martes, 16 de febrero de 2010

Plutarco



Plutarco de Queronea vivo entre los siglos I y II d.c.
Plutarco nació en la región griega de Beocia, probablemente durante el gobierno del emperador romano Claudio. Realizó muchos viajes por el mundo mediterráneo, incluyendo uno a Egipto y dos viajes a Roma. Gracias a la capacidad económica de sus padres, Plutarco estudió filosofía, retórica y matemáticas en la Academia de Atenas sobre el año 67.
Más moralista que filósofo e historiador, fue uno de los últimos grandes representantes del helenismo durante la segunda sofística, cuando ya tocaba a su fin, y uno de los grandes de la literatura helénica de todos los tiempos.
Este escritor latino de época imperial escribió una obra conocida como ‘’ Vidas Paralelas’’ o ‘‘Moralia’’, en la cual recoge información sobre la Atenas del Clasicismo y la pone en valor.
Describe así la Atenas de Fidias y Pericles, el siglo de Oro, en el que, empleando el gran tesoro ateniense de la Liga de Delos, se realizaron multitud de obras artísticas.
Como resultado de las Guerras Médicas, la polis ateniense estableció una supremacía política sobre gran parte de las ciudades griegas a través de la Liga de Delos, convirtiéndose en la principal potencia del mundo heleno durante el siglo V a. de C. En este periodo, Atenas llegó a ser la capital cultural del mundo antiguo, gracias a la gestión de Pericles, quién ocupó el poder entre los años 460 y 429 a. de C.
Durante su gobierno, Pericles reconstruyó la Acrópolis y el Partenón, que habían sido destruidos por los persas y, además, levantó los muros defensivos de la ciudad para unirla con el puerto de El Pireo.

A comienzos del llamado siglo de oro ateniense, la polis se hallaba gobernada por un consejo de 10 estrategas militares que eran elegidos por cada una de las 10 tribus, según lo establecía la Constitución de Clístenes para los tiempos de guerra; las funciones de este consejo eran preparar la defensa de la ciudad, recibir a los embajadores extranjeros y conducir el gobierno de la polis.
Durante el gobierno de Pericles, la sociedad ateniense no gozó de grandes lujos, debido a la inexistencia de grandes fortunas y a la preocupación del gobernante por disminuir la desigualdad entre los ciudadanos.
Uno de los aspectos más sobresalientes del gobierno de Pericles, fue el gran crecimiento que experimentaron las artes y la cultura en diversos campos y disciplinas.
Una de las disciplinas más desarrolladas fue la arquitectura, ya que se construyeron numerosas obras públicas y monumentos religiosos; entre ellos, podemos nombrar el templo de Zeus de Olimpia, el templo de Apolo de Delfos, y la reconstrucción de la Acrópolis. En la escultura, destacó Fidias, quién realizó inmensas estatuas de Atenea y Zeus, las que se ubicaban en el Partenón y en el templo de Olimpia, respectivamente.

Así pues nos describe como fueron construidas las obras publicas del siglo de Oro, identificándolas como ‘‘obras insignes en grandeza e inimitables en su belleza y elegancia’’.

El superintendente de todas ellas fue el escultor Fidias, amigo de Pericles, acompañado de arquitectos y otros artistas.
Cabe señalar el alto numero de artistas que se conocen de esta época; ya tenían identidad y valor, eran conocidos por su trabajo, como Calicrates e Ictinos, arquitectos del Partenón, Metagenes Xipecio o Mnsicles.
Hemos de decir que este es un documento de gran interés ya que al mismo tiempo que describir y nombrar nombres y apellidos de artistas, constata que la estatua criselefantina de Atenea todavía se conservaba en el siglo II d.c., por lo que su desaparición es posterior.

El hecho de que Fidias se representase en el escudo de las amazonas, al mismo tiempo que a Pericles, señala su voluntad de trascender para siempre.
El artista adquiere conciencia de si mismo y de los que puede llegar a hacer su arte.

BIBLIOGRAFÍA

Enciclopedia Universal
Espasa-Calpe, Madrid. 1995

BIBLIOGRAFÍA AMPLIADA

-'Vidas paralelas: Demetrio-Antonio'
Plutarco .; Juan Francisco Martos Montiel (trad.)
Alianza Editorial, 2007. ISBN 9788420661537

Platón y la belleza


Los siguientes textos de Platón, que nos sirven de fuentes primarias literarias, nos ayudan a acercarnos al ideal de belleza propuesto por éste, un ideal de belleza que marcaría en gran medida el arte griego.

En el primero de ellos, ‘‘El Sofista’’ (235-236) trata de explicar a través de un dialogo entre un extranjero y Thetetes de cómo existen dos maneras de acercarse a la realidad.

La primera de ellas, la copia, muestra una imagen de la realidad con las mismas proporciones fieles, esta forma de representación seria las más adecuada para Platón ya que se acerca más a la esencia de las cosas. Por otro lado, encontramos lo que llamaría un simulacro, una representación que se basase en la apariencia, por lo que no es fiel a la realidad, podríamos hablar de una simulación de la copia. Esto ocurría con las figuras escultóricas, que se distorsionaban para engañar la percepción del ojo y así pueda este percibir lo que, aparentemente, es la realidad.

Platón va en contra de este tipo de representación que aplicaban los artistas, como los efectos ópticos en los templos o la perspectiva, ya que transformaban y se quedaban lejos de la esencia de las cosas, es decir, el simulacro se rige por unas leyes distintas a la realidad, es por ello por lo que lo condena. En el siguiente texto extraído de ‘‘La Republica’’ (IV, I, 420), nos esta hablando de cómo hay que ser fiel a la realidad y no transformarla para hacerla más bella.

Para ello nos pone como ejemplo el empleo de los colores que debe corresponderse con la realidad, reivindicando así, que aunque un ojo aislado no sea bello pintado de negro, el conjunto de todas las partes si lo es, ya que se acerca mucho a la realidad.

Por otro lado, hay que señalar que es un texto muy evocado en la Historia del Arte ya que documenta que todas las figuras griegas estaban policromadas.

Haciendo referencia al arte egipcio, escribe sobre este, en un fragmento de ‘‘Leyes’’ (656). Alaba a los egipcios ya que su arte, aunque no sea fiel a la realidad, representa la esencia de las cosas siguiendo un canon que no había sido alterado durante milenios, se trataba pues de un arte esencial.

Este es un matiz nuevo en la belleza de Platón puesto que esta rechazando el realismo, pero los alaba ya que representaban la esencia, la idea. En un dialogo entre Sócrates e Hipias Mayor nos habla del empleo de los materiales, entendiéndolo como un material empleado adecuadamente también es bello.

Se trata de cómo un material bello puede representar la belleza en si misma, proporcionándonos al mismo tiempo los materiales que empleaban los artistas de la época como oro, marfil y mármol. Sócrates habla de la belleza en si misma, en los materiales; Platon difiere de esta afirmación.

En el ultimo de ellos extraído del libro III de ‘‘La Republica’’ (XI-XII, 400) hay que señalar como esta obra de alto calado político habla en un plano más ideal y filosófico.

Al hablar de que ‘‘en todas las partes se nos aparece la gracia y la falta de ella’’ ya introduce la idea de una selección de la realidad, ya que lo desagradable, aunque se encuentre dentro de la realidad, no debe representarse. Es decir, aunque también tiene esencia, no es una esencia digna de ser representada. Platón es consciente de que el arte es capaz de corromper el alma, y de que tiene un gran poder sobre el espíritu humano, por lo que la fealdad y la grosería no deben ser representadas, llevándonos a la idea de identificar lo bello con lo bueno, y por tanto lo feo con lo malo.

Podríamos hablar de un modelo de dictadura, porque al negar la representación de algunas partes de la realidad esta en contra de la individualidad del artista y por lo tanto en la del espectador que se ve condicionado. Es una dictadura con la idea de censor, ya que hay ideas y representaciones capaces de pervertir.



BIBLIOGRAFÍA

Enciclopedia Universal
Espasa-Calpe, Madrid. 1995

BIBLIOGRAFÍA AMPLIADA

-'El pensamiento de Platón'
G. M. A. Grube
Editorial Gredos, 1987. ISBN 84-249-2211-5

-'Physis, logos y polis: la filosofía política de Platón y Aristóteles'
Felipe Giménez Pérez
Madrid : Sociedad de Estudios de Filosofía Materialista, 2000. ISBN 84-607-0510-2

-'La república, Platón'
C. H. Patterson
CEAC, 1989. ISBN 84-329-1702-8