lunes, 17 de mayo de 2010

Paul Gauguin. El misterio del color.



Paul Gauguin, pintor neo-impresionista francés, nace en París el 7 de julio de 1848. Su padre era un periodista liberal y tuvo que emigrar, en 1852, con toda su familia a Perú, esto marcaría notablemente el desarrollo de su obra, también viajando posteriormente a Tahití para huir de la vida moderna de París.
Gauguin es el ejemplo que representa el mito del bohemio y del primitivismo. Él encarna la necesidad de unir arte y vida. Esta es una finalidad presente en la vanguardia.. Gauguin rechaza la cultura de Occidente y abandona la civilización en favor de los pueblos primitivos. Rechaza lo académico, valora la máscara africana, el arte románico y todas aquellas tendencias que estaban fuera de lo habitual, él valora este tipo de arte no por lo que tiene de diferente, sino por su autenticidad.
En su primera etapa profesional, era agente de bolsa, desde 1874 empezó a compaginar su trabajo con el arte. En 1883 abandonó definitivamente su carrera para dedicarse por completo al arte, abandonó a su familia y se refugió en la pintura. Primero se movió en el Impresionismo, pero pronto evidenció un marcado antinaturalismo más sensible a la carga emocional.
Este fragmento de Paul Gauguin Sobre el color, nos sirve de fuente primaria para comprender el arte de vanguardia; en él aborda los temas del arte primitivo y del misterio de los colores.

El concepto que tiene sobre el color como parte fundamental de las obras de arte, parte de un pensamiento primitivo del hombre, algo que viene del espíritu y se sirve de la naturaleza. Según él, lo primitivo, lo instintivo del hombre lo habían perdido los artistas al alejarse de la naturaleza. Defiende la relación directa con la naturaleza, lo verdadero a través del primitivismo. En este sentido critica el arte de los realistas ya que ellos se subordinan al dibujo, sobre éste está el color que es la impresión, es la ‘‘música del cuadro’’. Así mismo, vemos en su texto la teoría del parangón, que ya existía desde la lucha entre pintura y escultura que defendían Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, aquí él defiende, al igual que Da Vinci, la pintura como arte superior a las demás.

En el siguiente capítulo, sobre el misterio de los colores, comienza criticando el arte que estaban realizando los impresionistas, ya que ellos todavía seguían plasmando verosimilitud en sus lienzo, mientras que él defendía que la verdad estaba en la expresión de los sentimientos. Los impresionistas se basaban en captar lo que ve el ojo, manteniendo una gran atadura con el clasicismo. El hecho de que había aparecido la fotografía, ya no tenía sentido copiar la realidad, ahora el arte debía servir como instrumento de expresión. Además de la influencia de la fotografía como cambio relevante en el mundo del arte, apareció la teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud, la cual Gauguin defendía como un estado intimo del individuo, una realidad subjetiva. En este sentido, la mejor arma para expresar este subjetivismo era el color puro, ya que en él se encontraba la verdad, desligándose así por completo de los impresionistas. Él ofrece un uso premeditado del color, además es un color arbitrario, enigmático, que ejerce un impacto emocional. Así pues, no ve la influencia de la naturaleza como el fin en sí mismo, sino como un medio para llegar a la verdad.
En definitiva, vemos el valor de Paul Gauguin más como teórico del arte que como pintor, ya que con sus planteamientos estaba adelantando las nuevas vanguardias que se irían sucediendo en el tiempo como el Surrealismo, el Fauvismo y la Abstracción. Para él la pintura está por encima de las demás artes, pareciéndose más a la música que a cualquier otra, por tener la capacidad de despertar sentimientos.

Bibliografía:

- Walther, Ingo F. Paul Gauguin: 1848-1903. Taschen, Madrid, 2007.

Bibliografía ampliada:

- Mandel, Gabriele. La obra pictórica de Gauguin. Editorial Planeta, Madrid, 1988.
- Sweetman, David. Paul Gauguin: biografía de un salvaje. Paidós, Barcelona, 1998.
- Ocampo, Estela. El impresionismo: pintura, literatura, música. Montesinos, Barcelona, 1981.

No hay comentarios:

Publicar un comentario